fraternidad

Si se les pregunta, la mayoría de los niños franceses serán capaces de recitar las tres palabras del lema nacional "Libertad - Igualdad - Fraternidad". Seguramente también podrán entender los tres valores fundacionales de la República Francesa. Pero, ¿qué hay de su propia experiencia de la fraternidad, ese sentimiento que nos hace sentirnos unidos a todos los demás seres humanos y que nos permite comportarnos con ellos y hacia ellos con un espíritu de fraternidad? Audrey Longprés-Raillot, del instituto Albert Camus de Plessis-Trévise (94), es una de las muchas profesoras que han trabajado con la operación "Juguemos la carte de la Fraternidad". Sus comentarios, en una entrevista realizada en 2017, muestran que los niños y niñas no nacen necesariamente con el sentimiento de fraternidad. La educación es vital para ayudar a construirla y hacer que las y los jóvenes la sientan realmente. Tender la mano a los demás, ser solidario, conseguir unir el individuo con el bien común, todo ello es un camino de largo recorrido.

FRATeRNiDAD: ViVe LA eXPERiENCIA

Testimonio de un profesor

Esto es lo que podemos ver a través del trabajo de Audrey Longprés-Raillot con sus alumnos. Primero me llamó la atención una foto en blanco y negro de Olivier Culmann, que mostraba a dos personas de espaldas, sentadas en un banco, con alambre de espino en primer plano. Había sido tomada en un campamento de Eslovaquia, pero se prestaba a todo tipo de interpretaciones. El centro de enseñanza secundaria en el que trabaja hizo que todos sus profesores asistieran a la presentación de la operación: “Enseguida vi que este proyecto cumplía los objetivos de ayudar a los alumnos en el camino de la ciudadanía”, dijo Audrey Longprés-Raillot, que enseña historia y geografía, así como educación moral y cívica. “También proporciona un marco completo para validar muchas de las competencias que deben adquirirse: la capacidad de escribir, el trabajo en equipo, la expresión de sentimientos y emociones, el análisis y la interpretación de una obra, el uso de ordenadores e Internet…” La puesta en marcha de la operación ha ocupado muchas horas de las siete clases que imparte. De las seis fotos, los alumnos elegían y analizaban primero la que preferían, explicaban su elección y realizaban una investigación online sobre el tema planteado: la adopción, los ancianos o las fiestas del barrio. Los retos a los que se enfrentaron los niños nunca fueron los que el profesor esperaba. Aunque se lucieron al elegir un título pegadizo para la imagen, les costó expresar sus emociones y sentimientos. “Pero la tarea más difícil fue escribir el mensaje de la postal", dijo Audrey Longprés-Raillot. “Hay que ser muy sutil en la forma de expresarse para transmitir el valor de la fraternidad a alguien que no conoce". Los jóvenes superaron el reto de escribir una carta a un desconocido a través de estos talleres. La mayoría no lo había hecho nunca. “No conocían en absoluto el Val-de-Marne. Eligieron ciudades como Gentilly o L'Haÿ-les-Roses sólo porque les gustaba el nombre", explica el profesor. “En la búsqueda del destinatario ideal para su postal, la casualidad no fue tan casual. Se dieron cuenta de que elegían en función de un nombre y un apellido: un hombre o una mujer, joven o mayor. Intentaban identificar a quienes pensaban que podrían ser madres, que podrían tomarse el tiempo de responder, o personas cuyo nombre sugería que podrían compartir los mismos orígenes que ellos”. La operación fue un verdadero éxito entre el alumnado. “Todos ellos, incluso los que suelen tener dificultades, se mostraron muy receptivos. No hubo ninguna reprimenda, ya que no había respuestas correctas o incorrectas. Siempre se valoraron sus opiniones, en cuanto pudieron explicarlas". El profesor tiene previsto seguir utilizando esta herramienta, "tan rica y positiva, en una sociedad comunitaria, presa del rechazo y los prejuicios".